La ola de calor que azotó la Comunitat Valenciana a mediados de agosto de 2025 ha dejado un saldo trágico, convirtiéndose en la semana más mortífera de la última década. Con temperaturas extremas que se prolongaron durante ocho días, las estadísticas del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria por todas las causas (MoMo) revelan que 103 personas perdieron la vida debido al estrés térmico acumulado. Este aumento en la mortalidad es alarmante, ya que para encontrar cifras similares hay que retroceder a agosto de 2022, cuando se registraron 89 muertes por la misma causa.
Desde el inicio de agosto, la mortalidad atribuible a las altas temperaturas ha mostrado una tendencia ascendente. Durante los primeros seis días del mes, no se reportaron fallecimientos relacionados con el calor. Sin embargo, a partir del 11 de agosto, cuando se registró el primer pico de la ola de calor, las muertes comenzaron a aumentar, alcanzando hasta siete decesos diarios. El día más cálido del año, el 17 de agosto, marcó un punto de inflexión, con más de 15 muertes diarias. En total, hasta la fecha, se han contabilizado 181 fallecimientos en agosto, lo que representa casi la mitad de todas las muertes por calor registradas durante la temporada estival, que ascienden a 368.
Este año, 2025, se perfila como el más letal en términos de muertes atribuibles al calor, con un total de 598 casos hasta ahora, y aún faltan cuatro meses para finalizar el año. Si se mantiene esta tendencia, podría convertirse en el año con más muertes por calor en la última década, superando el récord del año anterior, que cerró con 516 fallecimientos, un incremento del 42% respecto a 2023, que tuvo 363 muertes.
La población más afectada por estas altas temperaturas es, sin duda, la de mayor edad. Según los datos del MoMo, cerca del 60% de las muertes por calor se concentran en personas mayores de 85 años, siendo los hombres los más afectados. Sin embargo, es a partir de los 65 años cuando se observa un aumento significativo en la mortalidad, con más del 90% de los casos en este grupo etario. Esto resalta la vulnerabilidad de los ancianos y de aquellos con condiciones de salud preexistentes ante el estrés térmico.
La duración de los efectos de la ola de calor puede extenderse hasta tres semanas después del pico de temperaturas, como explica Mª Ángeles Medina, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (Sovamfic). Las muertes relacionadas con el calor suelen ser el resultado de un estrés térmico acumulativo, a diferencia de las muertes instantáneas provocadas por un golpe de calor. Desde el inicio del verano, la Conselleria de Sanidad ha confirmado tres muertes por golpes de calor, siguiendo los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque hay otros cuatro casos sospechosos.
Los casos confirmados incluyen a un varón de 52 años de Castellón, que se sintió mal en su trabajo; una mujer de 53 años de Alicante, que sufrió un colapso mientras hacía deporte en una zona montañosa; y un hombre de 53 años que se desmayó mientras caminaba en Alicante. La presidenta de Sovamfic aclara que las muertes por calor son multifactoriales y generalmente se deben a un estrés térmico acumulativo que provoca descompensaciones en el organismo.
Este proceso de descompensación se refiere a la incapacidad del cuerpo para regular su temperatura interna, lo que puede afectar a funciones vitales como la renal, cardíaca y neuronal. Si no se trata adecuadamente, puede llevar a un fallo multiorgánico. La situación es preocupante, especialmente en un contexto donde el cambio climático sigue siendo un tema de debate, a pesar de las evidencias que muestran su impacto en la salud pública.
La ola de calor de 2025 ha puesto de manifiesto la necesidad de tomar medidas preventivas y de concienciar a la población sobre los riesgos asociados a las altas temperaturas. La salud pública debe ser una prioridad, y es fundamental que se implementen estrategias efectivas para proteger a los grupos más vulnerables, especialmente a los ancianos y a aquellos con condiciones de salud preexistentes. La educación sobre cómo manejar el calor extremo y la promoción de espacios frescos y seguros son esenciales para mitigar el impacto de futuras olas de calor.
En resumen, la ola de calor que ha afectado a la Comunitat Valenciana ha dejado un legado de tragedia y ha resaltado la urgencia de abordar el cambio climático y sus efectos en la salud pública. La comunidad debe unirse para enfrentar estos desafíos y proteger a sus ciudadanos más vulnerables.