La jornada electoral en Venezuela se presenta como un nuevo capítulo en la compleja historia política del país. Este domingo, 21,4 millones de ciudadanos están llamados a elegir a 24 gobernadores, 260 legisladores estaduales y 285 diputados a la Asamblea Nacional, un órgano que ha estado bajo el control del oficialismo desde 2020. Sin embargo, el ambiente que rodea estas elecciones está marcado por la desconfianza y la apatía, reflejando un cansancio acumulado por años de crisis política y económica.
La administración de Nicolás Maduro ha hecho un llamado a sus seguidores para que acudan a las urnas y respalden su agenda. Diosdado Cabello, figura clave del régimen, instó a los votantes a ver el sufragio como una forma de resistencia contra lo que él denomina «terrorismo» y «fascismo». En sus declaraciones, Cabello enfatizó que la participación en las elecciones es un acto de defensa de la soberanía nacional, en un contexto donde el gobierno ha denunciado una supuesta «ofensiva terrorista» en el país.
A pesar de estos llamados, las primeras informaciones indican un escaso flujo de votantes en los centros electorales. Este fenómeno no es nuevo en la política venezolana; la oposición ha enfrentado un dilema recurrente sobre la participación electoral. En el pasado, la abstención ha sido una estrategia utilizada por la oposición, como ocurrió en 2005 y 2018, lo que permitió al oficialismo consolidar su control sobre la Asamblea Nacional y la presidencia.
La situación actual se complica aún más por la creciente tensión con Guyana, en torno a la disputa territorial del Esequibo. Este territorio, que representa el 70% de la superficie de Guyana, es reclamado por Venezuela, lo que ha generado un clima de confrontación entre ambos países. La administración de Maduro ha utilizado esta disputa como parte de su discurso nacionalista, buscando galvanizar el apoyo popular en un momento de crisis interna.
La oposición, por su parte, se encuentra dividida. María Corina Machado, una de las voces más prominentes de la oposición, ha instado a la población a no participar en las elecciones, argumentando que el Consejo Nacional Electoral carece de legitimidad. Esta postura es compartida por otros sectores de la oposición, que ven el proceso electoral como una trampa diseñada para legitimar al régimen de Maduro. Sin embargo, figuras como Henrique Capriles han optado por participar, argumentando que es crucial no dejar el campo libre al oficialismo.
La tensión política se ve reflejada en el discurso de los líderes opositores, quienes han sido objeto de represión y detenciones. Juan Requesens, un candidato a la gobernación del estado Miranda, ha llamado a la ciudadanía a utilizar el voto como una herramienta de lucha, a pesar de los riesgos que esto conlleva. En este contexto, el analista Luis Vicente León destaca que la oposición enfrenta un dilema legítimo entre votar y no votar, con argumentos sólidos en ambos lados.
La situación en Venezuela no solo es un reflejo de la lucha interna por el poder, sino que también está influenciada por factores externos. La política de Estados Unidos hacia Venezuela ha sido un elemento constante en la ecuación, con sanciones económicas que han afectado gravemente la economía del país. La administración de Trump ha mantenido una postura firme contra Maduro, lo que ha llevado a una mayor polarización en la política venezolana.
En medio de este panorama, la economía de Guyana ha crecido significativamente, impulsada por la explotación de recursos petroleros, lo que ha aumentado la relevancia de la disputa territorial. La retórica soberanista de Maduro se entrelaza con intereses económicos, ya que el control del Esequibo podría significar un acceso a vastos recursos naturales.
La jornada electoral de este domingo no solo es un evento político, sino un reflejo de la complejidad de la situación en Venezuela. La participación o abstención de los votantes será un indicador de la salud democrática del país y de la capacidad de la oposición para movilizar a la ciudadanía en un contexto de desconfianza y represión. A medida que los venezolanos se dirigen a las urnas, el futuro político del país pende de un hilo, en un escenario donde la lucha por el poder se entrelaza con la búsqueda de una salida a la crisis humanitaria que ha afectado a millones de ciudadanos.