La situación en la Franja de Gaza se ha deteriorado de manera alarmante, con más de medio millón de personas enfrentando condiciones de hambre extrema, según un informe reciente de un grupo independiente respaldado por la ONU. Este informe marca la primera vez que se reconoce oficialmente la existencia de una crisis alimentaria en la región, que ha estado sumida en un conflicto incesante durante más de 22 meses. La ONU ha alertado que las condiciones en Gaza son catastróficas, caracterizadas por la indigencia y la muerte, especialmente en el norte de la Franja y en la ciudad de Gaza, donde se concentra una población de aproximadamente un millón de personas.
La advertencia de la ONU es clara: se prevé que la situación empeore aún más entre mediados de agosto y finales de septiembre de 2025, con una expansión de la crisis alimentaria hacia el centro y el sur del enclave. Tom Fletcher, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, ha declarado que esta situación de hambre ha sido utilizada como un arma de guerra en el contexto del conflicto entre Israel y el movimiento islamista Hamás. Fletcher enfatizó que estamos ante una crisis de hambre que podría haberse evitado, describiéndola como «predecible y evitable», y atribuida a la crueldad, la venganza y la indiferencia.
**Reacción de Israel ante la Crisis Alimentaria**
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel ha rechazado las afirmaciones de la ONU, calificando la situación de hambre como una «campaña fraudulenta» orquestada por Hamás. A pesar de las conclusiones del informe independiente, el gobierno israelí sostiene que la Clasificación Integrada de Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF) ha sido manipulada para favorecer la narrativa de Hamás. Según Israel, el informe de la CIF ha reducido el porcentaje de hogares en el norte de Gaza que enfrentan condiciones críticas de hambre del 30% al 15%, lo que consideran una distorsión de la realidad.
Sin embargo, un análisis del documento por parte de fuentes independientes ha revelado que la situación es mucho más grave de lo que Israel ha afirmado. A partir del 15 de agosto, el 30% de los hogares en Gaza ya se encontraban en la fase más alta de hambre, conocida como «crítica» (fase 5), y se espera que este porcentaje aumente al 35% antes del 15 de septiembre. Además, se anticipa que las condiciones de hambre extrema también afecten a las gobernaciones de Deir al-Balah y Khan Yunis, donde ya un 25% y un 20% de los hogares, respectivamente, han alcanzado niveles críticos.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel ha continuado desestimando las predicciones de la CIF, argumentando que todas las proyecciones sobre Gaza durante el conflicto han sido infundadas y completamente falsas. Esta postura ha generado un intenso debate sobre la veracidad de los informes sobre la crisis humanitaria en Gaza y la responsabilidad de las partes involucradas en el conflicto.
**Impacto en la Población Civil**
La crisis alimentaria en Gaza no solo es un problema de estadísticas; tiene un impacto devastador en la vida de las personas. Las familias se ven obligadas a buscar alimentos entre los escombros de edificios destruidos, y la desesperación se apodera de una población que ya ha sufrido demasiado. La falta de acceso a alimentos básicos, agua potable y atención médica ha llevado a un aumento en las enfermedades y la mortalidad, especialmente entre los más vulnerables: niños, ancianos y personas con discapacidades.
Las organizaciones humanitarias han advertido que la situación es insostenible y que se requieren medidas urgentes para aliviar el sufrimiento de la población. Sin embargo, el acceso humanitario a la Franja de Gaza sigue siendo un desafío debido a las restricciones impuestas por el conflicto y la falta de cooperación entre las partes. La comunidad internacional ha sido instada a intervenir y proporcionar asistencia humanitaria, pero la respuesta ha sido lenta y, en muchos casos, insuficiente.
La crisis en Gaza es un recordatorio sombrío de las consecuencias del conflicto prolongado y la necesidad de una solución duradera que aborde las causas subyacentes de la violencia y la pobreza. A medida que la situación se agrava, la presión sobre la comunidad internacional para actuar se intensifica, y las voces que claman por justicia y ayuda humanitaria se vuelven cada vez más urgentes. La historia de Gaza es una historia de resistencia, pero también de sufrimiento, y es crucial que el mundo no se vuelva indiferente ante la tragedia que se desarrolla en esta región.