El caso de Dilawar Hussain Fazal, quien asesinó a su compañero de celda en la prisión de Estremera, ha suscitado una profunda preocupación sobre la seguridad en las instituciones penitenciarias. Este trágico suceso, ocurrido en febrero de 2024, ha revelado serias deficiencias en el control y la supervisión de los internos, así como en la gestión del material disponible en el gimnasio del centro penitenciario.
### Un Crimen Impactante
Dilawar, un pakistaní que había sido encarcelado por el asesinato de tres ancianos en Morata de Tajuña, cometió su cuarto crimen en un entorno que, según las investigaciones, carecía de los protocolos de seguridad necesarios. La madrugada del 15 de febrero, atacó a Ángel Asenov, un búlgaro con quien compartía celda, utilizando una pesa de dos kilos y medio que había sido robada del gimnasio de la prisión. Este ataque, que dejó a Asenov sin posibilidad de defensa, se llevó a cabo en una celda de apenas 10 metros cuadrados, lo que plantea serias preguntas sobre la supervisión de los internos y la seguridad del lugar.
El propio Dilawar, tras cometer el crimen, alertó a los funcionarios de la prisión con una sorprendente calma, afirmando que había tenido una discusión con Asenov sobre la limpieza y que este había intentado golpearlo con la pesa. Sin embargo, las declaraciones de otros internos sugieren que había una relación tensa entre ambos, lo que podría haber sido un indicativo de que la situación era potencialmente peligrosa.
### Deficiencias en la Seguridad
La investigación posterior al asesinato ha puesto de manifiesto múltiples fallos en la seguridad del centro penitenciario. Uno de los aspectos más alarmantes es la falta de un protocolo claro para el control del material del gimnasio. Según el informe de Instituciones Penitenciarias, cualquier interno podía acceder al gimnasio, y la responsabilidad de supervisar el material recaía en un preso que actuaba como ordenanza. Este sistema de control ineficaz permitió que una pesa, un objeto pesado y potencialmente letal, fuera sustraído sin que los funcionarios se dieran cuenta.
Además, las cámaras de vigilancia del centro registraron un intercambio entre Asenov y Dilawar justo antes del crimen, lo que sugiere que la pesa pudo haber sido introducida en la celda de manera deliberada. A pesar de las sospechas, la investigación no ha podido determinar quién fue el responsable de la sustracción del objeto del gimnasio, lo que pone en evidencia la falta de un control riguroso sobre los elementos que podrían ser utilizados como armas dentro de la prisión.
La inspectora encargada de la investigación concluyó que, aunque la actuación de los funcionarios la noche del crimen fue correcta, esto no exime a la administración penitenciaria de su responsabilidad. La ausencia de un protocolo específico para el control del material deportivo y la falta de un listado actualizado de los objetos disponibles en el gimnasio son deficiencias que han sido señaladas como críticas para la seguridad de los internos y del personal.
### Reacciones y Consecuencias
La familia de la víctima ha expresado su indignación ante la falta de medidas de seguridad adecuadas en la prisión. Su abogado ha señalado que los fallos en la supervisión y el control del material han sido evidentes y que, tras el asesinato, se han implementado cambios en la organización y los procedimientos de control en el gimnasio. Sin embargo, estas medidas llegan demasiado tarde para Asenov y su familia, que ahora enfrentan la pérdida de un ser querido debido a la negligencia del sistema penitenciario.
Los testimonios de otros internos también han revelado que Asenov había solicitado ser trasladado a otra celda debido a su incomodidad al compartir espacio con Dilawar, a quien apodaban ‘el mataviejas’. Esta situación, que fue ignorada por los funcionarios, resalta la necesidad de una mayor atención a las dinámicas entre los internos y la importancia de escuchar sus preocupaciones para prevenir futuros incidentes.
El caso de Dilawar Hussain Fazal no solo pone de relieve la gravedad de la violencia en las prisiones, sino que también plantea preguntas sobre la eficacia de las políticas de seguridad en estos entornos. La falta de protocolos claros y la supervisión inadecuada son problemas que deben ser abordados urgentemente para garantizar la seguridad de todos los internos y del personal penitenciario. La administración debe asumir la responsabilidad de los fallos en el sistema y trabajar para implementar cambios que eviten que tragedias como esta se repitan en el futuro.