La central nuclear de Golfech, ubicada cerca del río Garona en el suroeste de Francia, ha sido recientemente el centro de atención debido a las olas de calor que han afectado al país. Estas altas temperaturas no solo son un desafío para la salud pública, sino que también han llevado a la interrupción de la actividad en varias centrales nucleares. A finales de junio, el aumento de la temperatura del río Garona superó el umbral reglamentario de 28ºC, lo que obligó a las autoridades a cerrar la planta de Golfech y otras instalaciones nucleares en la región. Esta situación ha resaltado la vulnerabilidad del sistema energético francés, que depende en gran medida de la energía nuclear para su suministro eléctrico.
El impacto de estas olas de calor no se limita a la producción de energía. El 5 de julio, París experimentó cortes de electricidad que afectaron a varias áreas del centro, incluyendo lugares emblemáticos como las Galerías Lafayette y la Asamblea Nacional. Según Enedis, la empresa encargada de la gestión eléctrica en Francia, estos cortes están directamente relacionados con las altas temperaturas y las fallas en las conexiones eléctricas. Durante los días más críticos, entre el 1 y el 2 de julio, aproximadamente el 15% de la capacidad nuclear del país estuvo fuera de servicio, justo cuando la demanda de electricidad alcanzaba niveles récord debido al uso intensivo de sistemas de refrigeración.
La situación actual del parque nuclear francés es preocupante. Con 57 reactores nucleares distribuidos en 18 centrales, Francia obtiene alrededor del 65% de su electricidad de esta fuente. Sin embargo, muchas de estas instalaciones son obsoletas, ya que fueron diseñadas entre las décadas de 1960 y 1980, cuando el calentamiento global no era una preocupación. Actualmente, 11 de los 57 reactores están fuera de servicio por mantenimiento, lo que agrava aún más la situación. El gobierno de Emmanuel Macron se enfrenta a la presión de modernizar estas infraestructuras, especialmente en un contexto geopolítico cambiante.
Francia, que no produce uranio desde el cierre de su última mina en 2001, depende completamente de las importaciones de países como Níger, Kazajistán, Uzbekistán y Namibia. Sin embargo, el reciente golpe de estado en Níger ha complicado esta situación, ya que el nuevo gobierno ha bloqueado las exportaciones de uranio y ha nacionalizado la mina de SOMAIR, que es crucial para el suministro francés. Este conflicto ha llevado a Francia a buscar urgentemente nuevas fuentes de uranio para asegurar su independencia energética.
La fragilidad del sistema nuclear francés tiene repercusiones más allá de sus fronteras. En 2023, Francia se convirtió en el mayor exportador de electricidad de Europa, y cualquier caída en su producción puede afectar a los países vecinos. Durante la reciente ola de calor, la alta demanda de energía y la interrupción del suministro provocaron un aumento drástico en los precios de la electricidad en otros países europeos. Por ejemplo, el 24 de junio, los precios diarios aumentaron un 15% en España, un 106% en Polonia, un 108% en Francia y un asombroso 175% en Alemania, donde los precios casi se triplicaron en horas pico.
El cierre de centrales nucleares debido a altas temperaturas no es un fenómeno exclusivo de Francia. Suiza también ha tenido que detener la actividad de su planta nuclear de Beznau por razones similares. Los expertos advierten que este tipo de situaciones podría volverse más común si las temperaturas continúan aumentando. Mientras Francia busca soluciones para modernizar su infraestructura nuclear, Suiza ha decidido eliminar gradualmente la energía nuclear y cerrar sus reactores para 2032, lo que plantea un desafío adicional para la estabilidad energética en la región.
En resumen, la combinación de olas de calor extremas y un parque nuclear envejecido ha puesto en jaque el modelo energético de Francia. La necesidad de adaptarse a un clima cambiante y de asegurar un suministro energético estable es más urgente que nunca. La situación actual no solo afecta a la producción de electricidad en Francia, sino que también tiene implicaciones significativas para la seguridad energética de toda Europa. A medida que el cambio climático continúa afectando a las infraestructuras energéticas, es fundamental que los países europeos colaboren para encontrar soluciones sostenibles y resilientes que garanticen un futuro energético seguro.