La comunidad de Paterna se encuentra de luto tras el fallecimiento del sacerdote Vicente María Cuenca Borja, quien dejó una huella imborrable en la vida religiosa y social de la localidad. A los 63 años, Cuenca falleció el pasado viernes, y su partida ha resonado profundamente en el corazón de los feligreses y ciudadanos que lo conocieron. Su Misa Exequial, celebrada en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Valencia-Benimaclet, fue presidida por el Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, y marcó el final de una vida dedicada al servicio de Dios y de la comunidad.
### Trayectoria de un líder espiritual
Vicente María Cuenca fue ordenado sacerdote en 1990 y, desde entonces, su carrera estuvo marcada por un compromiso inquebrantable con la fe y la comunidad. Su primer destino fue la parroquia de Nuestra Señora del Pilar en Contreras, donde rápidamente se ganó el respeto y cariño de los feligreses. A lo largo de su trayectoria, ocupó diversos cargos en varias parroquias, incluyendo San Roque de Villargordo del Cabriel y Santiago Apóstol de Fuenterrobles. En 1996, se convirtió en vicario parroquial de Nuestra Señora del Milagro en Valencia-Benimaclet, un puesto que ocupó hasta 2005, cuando fue nombrado párroco de Nuestra Señora de los Desamparados en Paterna.
Durante casi dos décadas, Cuenca se dedicó a guiar a su comunidad, ofreciendo apoyo espiritual y emocional a quienes lo rodeaban. Su estilo cercano y su capacidad para conectar con los jóvenes y adultos por igual lo convirtieron en una figura muy querida. En 2024, fue nombrado adscrito de la parroquia, un reconocimiento a su dedicación y esfuerzo constante por el bienestar de la comunidad.
### Impacto en la comunidad de Paterna
La noticia de su fallecimiento ha generado una ola de condolencias y tributos en Paterna. El alcalde, Juan Antonio Sagredo, expresó su pesar en redes sociales, destacando que Cuenca era «una persona muy querida por nuestro pueblo». Su implicación en la vida local iba más allá de su labor como sacerdote; Cuenca era un miembro activo de la comunidad, participando en actividades culturales y festivas, como la Cordà de Paterna, donde se le recordará por su entusiasmo y dedicación.
Los recuerdos compartidos por los ciudadanos reflejan la profunda conexión que Vicente María Cuenca estableció con ellos. Muchos rememoran las «broncas» que solía dar durante las misas, instando a la congregación a recordar a la Mareta no solo en su día grande, sino durante todo el año. Este enfoque en la continuidad de la fe y la comunidad es un testimonio de su compromiso con la espiritualidad y el crecimiento personal de sus feligreses.
La Misa Exequial fue un momento de reflexión y homenaje, donde amigos, familiares y miembros de la comunidad se reunieron para recordar su vida y legado. La ceremonia, llena de emotividad, fue un recordatorio del impacto que un líder espiritual puede tener en la vida de las personas. La inhumación de sus restos en el Cementerio Parroquial de Benimaclet cerró un capítulo en la historia de Paterna, pero su legado perdurará en los corazones de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Vicente María Cuenca no solo fue un sacerdote; fue un amigo, un consejero y un pilar fundamental en la vida de muchos. Su dedicación al servicio de Dios y su amor por la comunidad de Paterna son un ejemplo a seguir. La comunidad ahora enfrenta el desafío de continuar su legado, recordando sus enseñanzas y su pasión por la fe. En tiempos de tristeza, es importante recordar las lecciones de amor y compasión que Cuenca compartió a lo largo de su vida.
La vida de Vicente María Cuenca es un testimonio de cómo una persona puede marcar la diferencia en la vida de muchos. Su legado vivirá en las historias contadas por aquellos que lo conocieron y en las enseñanzas que dejó atrás. La comunidad de Paterna, aunque dolida por su partida, se unirá para honrar su memoria y continuar el trabajo que él inició, asegurando que su espíritu de servicio y amor perdure en el tiempo.