Las playas asturianas han visto un fenómeno inusual en los últimos veranos: la llegada masiva de carabelas portuguesas, una especie que ha sido avistada en más de catorce concejos de la región. Este organismo, conocido científicamente como Physalia physalis, no es nativo del Mar Cantábrico, pero su presencia se ha vuelto cada vez más común, lo que plantea una serie de preocupaciones para los bañistas y las autoridades locales. La carabela portuguesa es un organismo fascinante, pero también peligroso, ya que su veneno puede causar picaduras severas. Por ello, es crucial que los bañistas estén informados sobre su presencia y tomen las precauciones necesarias.
Investigadores de la Universidad de Oviedo y del Instituto Español de Oceanografía (IEO) han puesto en marcha un proyecto denominado «Navegación Biológica a Vela en el Océano Global (PHYSALIA)». Este proyecto tiene como objetivo ampliar el conocimiento sobre la carabela portuguesa y su comportamiento en el océano. Según José Luis Acuña, uno de los codirectores del proyecto, es fundamental entender de dónde vienen estas criaturas, dónde viven y qué tipo de vida llevan. A pesar de que se han observado en las costas asturianas, aún hay mucho que se desconoce sobre su ciclo de vida y sus patrones migratorios.
El aumento en la llegada de carabelas portuguesas a las costas asturianas está vinculado al cambio climático. Las temperaturas más cálidas del agua del mar han creado un ambiente más propicio para estas criaturas, que son originarias de aguas subtropicales. Además, los cambios en los giros oceánicos, que son corrientes de agua que se mueven en círculos, también están contribuyendo a su desplazamiento hacia el norte. Acuña explica que estos giros se están expandiendo debido al cambio climático, lo que permite que las carabelas y otros organismos marinos se desplacen a nuevas áreas.
Una de las características más interesantes de la carabela portuguesa es su forma de desplazarse. A diferencia de las medusas, que nadan bajo el agua, las carabelas se mueven sobre la superficie del agua utilizando una especie de vela que aprovecha el viento. Esto las hace más visibles para los bañistas, aunque también puede ser un riesgo si se acercan demasiado a la orilla. La toxicidad de sus tentáculos es un aspecto que no debe tomarse a la ligera; los investigadores deben utilizar equipo de protección, como guantes y gafas, para manipularlas de manera segura.
El proyecto PHYSALIA no solo se centra en la recolección de datos sobre las carabelas, sino que también busca desarrollar modelos de predicción que ayuden a anticipar su llegada a las costas. Esto es esencial para la seguridad de los bañistas y para la gestión de las playas. La colaboración con el Acuario de Gijón ha sido fundamental, ya que permite a los investigadores mantener a las carabelas en condiciones controladas y estudiar su comportamiento en un entorno seguro.
La labor de los servicios de salvamento y del 112 es igualmente importante en este contexto. Estos equipos son responsables de informar al público sobre la presencia de carabelas en las playas y de tomar medidas para garantizar la seguridad de los bañistas. La educación y la concienciación son clave para prevenir accidentes y picaduras, que pueden ser dolorosas y, en algunos casos, peligrosas.
A medida que el cambio climático continúa afectando a los ecosistemas marinos, es probable que veamos un aumento en la llegada de especies no nativas a nuestras costas. La carabela portuguesa es solo un ejemplo de cómo estos cambios pueden impactar la vida marina y la seguridad de los bañistas. Por lo tanto, es esencial que tanto los investigadores como el público en general estén informados y preparados para enfrentar estos desafíos.
En resumen, la carabela portuguesa ha llegado para quedarse en las playas asturianas, y su presencia plantea tanto oportunidades como riesgos. La investigación en curso busca no solo entender mejor a esta especie, sino también desarrollar estrategias para mitigar su impacto en la seguridad de los bañistas. La colaboración entre científicos, autoridades y el público será crucial para navegar por este nuevo paisaje marino y garantizar que las playas sigan siendo un lugar seguro y agradable para todos.