La situación de los ascensores en Valencia se ha convertido en un tema crítico para muchas comunidades de vecinos, especialmente tras los estragos causados por la dana en octubre de 2025. Cerca de 900 ascensores continúan fuera de servicio, lo que ha generado un gran malestar entre los residentes, especialmente aquellos con movilidad reducida. La falta de un elevador operativo no solo afecta la calidad de vida de las personas, sino que también plantea serios desafíos logísticos y emocionales para quienes dependen de estos servicios para llevar a cabo sus actividades diarias.
### Impacto en la Vida Cotidiana de los Residentes
Para muchos, vivir en un edificio sin ascensor puede ser una experiencia desgastante. Esto es aún más evidente en comunidades donde residen personas mayores o con discapacidades. La imposibilidad de acceder a sus hogares se traduce en un aislamiento social y en un deterioro de su bienestar físico y mental. La situación se agrava cuando se considera que algunos de estos edificios han estado sin servicio de elevador durante casi diez meses, lo que ha llevado a muchos a sentirse atrapados en sus propias casas.
Sebastián Cucala, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valencia y Castellón, ha señalado que el problema no es solo económico, sino que radica en la escasez de mano de obra especializada. Aunque las empresas de ascensores han ofrecido condiciones de financiación favorables, la falta de técnicos capacitados ha sido un obstáculo significativo para la reparación de los elevadores dañados. En un año normal, se instalan aproximadamente 1,500 ascensores, pero tras la dana, la necesidad de reparar o reemplazar 7,500 unidades ha desbordado la capacidad del sector.
La situación se complica aún más por la naturaleza de las reparaciones necesarias. Muchas de las piezas requeridas deben ser fabricadas a medida, lo que puede prolongar los tiempos de espera. Esto ha llevado a que las comunidades de vecinos enfrenten discusiones internas sobre los costos de las reparaciones, que en muchos casos son elevados. La falta de consenso entre los residentes sobre cómo proceder ha añadido otra capa de dificultad a un problema ya de por sí complejo.
### Medidas Adoptadas para la Recuperación
Ante esta crisis, se han implementado diversas medidas para acelerar la recuperación de los ascensores. Una de las iniciativas más destacadas es la línea de formación ‘exprés’ impulsada por la Conselleria de Industria, que busca homologar a profesionales de diferentes ramas para que puedan realizar el mantenimiento de ascensores. Sin embargo, esta medida ha enfrentado retrasos significativos; desde su anuncio en febrero hasta la implementación de los cursos en julio, pasaron varios meses, lo que ha limitado la disponibilidad de técnicos capacitados en el corto plazo.
El Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi CV) ha sido un actor clave en la búsqueda de soluciones. En una reunión celebrada en abril, se acordó priorizar la reparación de ascensores en edificios donde residen personas con movilidad reducida. Esta decisión es crucial, ya que permite que las intervenciones se realicen de manera más eficiente y efectiva, asegurando que quienes más lo necesitan puedan recuperar su autonomía lo antes posible.
A pesar de los esfuerzos realizados, la situación sigue siendo preocupante. Actualmente, se están llevando a cabo trabajos en 189 ascensores que requieren intervención prioritaria. Además, la moratoria del Real Decreto 7/2024 ha permitido destinar más de 1,000 horas a la recuperación de ascensores afectados, pero aún queda un largo camino por recorrer.
La falta de un plan de acción claro y la escasez de recursos humanos capacitados han puesto de manifiesto la necesidad de una estrategia más robusta para abordar esta crisis. La colaboración entre las autoridades locales, las empresas de ascensores y las comunidades de vecinos será fundamental para garantizar que los residentes puedan volver a disfrutar de un acceso adecuado a sus hogares.
En resumen, la crisis de los ascensores en Valencia es un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la comunidad tras la dana. La falta de mano de obra especializada, los altos costos de reparación y la necesidad de priorizar la atención a personas con movilidad reducida son solo algunos de los factores que complican la situación. Sin embargo, con un enfoque coordinado y un compromiso renovado, es posible que la comunidad pueda superar estos obstáculos y restaurar la normalidad en la vida de sus residentes.
