La agricultura en Jumilla, un municipio conocido por su producción de fruta de hueso, enfrenta retos significativos en la actualidad. Ana y Antonio López, agricultores de tercera generación, han adaptado sus métodos a las exigencias del mercado, pero dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante para llevar a cabo su labor. En este contexto, la situación de los trabajadores temporales, muchos de ellos provenientes de América Latina y África, se convierte en un tema crucial que merece atención.
**Dependencia de la Mano de Obra Inmigrante**
Ana y Antonio manejan alrededor de cien hectáreas de cultivo, donde se cosechan melocotones y paraguayos. Durante la temporada alta, llegan a emplear hasta medio centenar de jornaleros, quienes son esenciales para la recolección de la fruta. Ana destaca que, a pesar de la modernización del campo, la agricultura sigue siendo una actividad que requiere mucha mano de obra. «Esto demanda mucha mano de obra aunque tecnifiques el campo, y se sostiene con la población inmigrante», afirma Ana mientras observa la fruta dañada por el granizo reciente.
La llegada de trabajadores inmigrantes no solo es vital para la producción agrícola, sino que también representa una oportunidad para regularizar su situación en España. Ana menciona que cada año tramita permisos de trabajo para sus empleados, lo que les permite obtener un estatus legal en el país. Sin embargo, también señala la necesidad de combatir la economía sumergida que afecta a muchos de estos trabajadores, quienes a menudo no tienen acceso a derechos laborales básicos.
Los jornaleros, que en su mayoría provienen de países como Mali y otros de América Latina, enfrentan jornadas laborales extenuantes. Mahamadou Salou, un trabajador de 34 años que llegó a España en 2018, comparte su experiencia: «Me levanto a las cuatro de la mañana y trabajo hasta que cae la noche. La mayoría de mi salario lo envío a mi familia en Mali». Esta situación refleja la dura realidad de muchos inmigrantes que, a pesar de las dificultades, encuentran en la agricultura una forma de subsistencia.
**Condiciones Laborales y Redes de Apoyo**
Ana López no solo se preocupa por la producción de fruta, sino también por las condiciones de vida de sus trabajadores. Ella enfatiza la importancia de adaptar los horarios de trabajo durante el Ramadán para facilitar el ayuno de sus compañeros. «Hay que poner más control a la droga», menciona, refiriéndose a un problema creciente en la comunidad, y añade que es fundamental preocuparse por cómo viven los inmigrantes, en qué condiciones trabajan y si tienen contratos.
La red de apoyo entre los trabajadores inmigrantes es esencial. Muchos de ellos comparten vivienda y se ayudan mutuamente en la búsqueda de empleo y en la adaptación a su nueva vida en España. Ana observa que, si no se les brinda el apoyo necesario, el problema de la escasez de mano de obra se agravará, lo que afectará a la producción agrícola y, en última instancia, a los consumidores. «Si no estuvieran ellos, no podríamos cosechar. No se puede ser hipócrita, decir que no quieres inmigrantes pero sí que vengan a recoger la fruta», afirma Ana con firmeza.
El trabajo en el campo no solo es una fuente de ingresos para estos inmigrantes, sino también una forma de construir una comunidad. A pesar de las adversidades, muchos de ellos encuentran en la agricultura una oportunidad para mejorar sus vidas y las de sus familias. Sin embargo, la falta de reconocimiento y derechos laborales sigue siendo un obstáculo que debe ser abordado.
La situación en Jumilla es un reflejo de un problema más amplio que afecta a muchas áreas rurales en España. La dependencia de la mano de obra inmigrante es un tema que requiere atención y acción por parte de las autoridades y la sociedad en general. La agricultura no solo es un motor económico, sino también un espacio donde se entrelazan historias de vida, esfuerzo y superación. La forma en que se aborde la situación de estos trabajadores determinará el futuro de la agricultura en Jumilla y en otras regiones del país.