La reciente declaración de Antonio Frías, un técnico de emergencias, ha arrojado luz sobre los eventos críticos que rodearon la devastadora dana que afectó a la Comunidad Valenciana el 29 de octubre. Su testimonio ante la jueza y el fiscal ha puesto de manifiesto la falta de coordinación y la confusión que reinó en los momentos previos a la activación de las alertas de emergencia. Frías, quien desempeñó un papel crucial en la activación de la alerta hidrológica en el río Magro y el barranco del Poyo, ha admitido no recordar quién le ordenó llevar a cabo estas acciones, lo que plantea serias preguntas sobre la cadena de mando y la preparación ante desastres naturales.
La jornada del 29 de octubre comenzó con la detección de crecidas de caudal en varias cuencas, lo que llevó a Frías a activar la alerta hidrológica. Sin embargo, su declaración revela que, a pesar de su responsabilidad, no tenía claro quién le había dado la orden. Este hecho es alarmante, ya que la activación de alertas es un paso crítico en la gestión de emergencias, y la falta de claridad en la cadena de mando puede tener consecuencias fatales.
### La Activación de la Emergencia y la Falta de Coordinación
A las 14 horas del 29 de octubre, Frías activó la «emergencia situación 1 por inundaciones» para las comarcas de Utiel-Requena y la Ribera. Sin embargo, en su declaración, también indicó que a esa hora había finalizado su jornada laboral y que aún no se había convocado el Cecopi, el Centro de Coordinación Operativa Integrado, que es fundamental para la gestión de emergencias. Esta falta de convocatoria es preocupante, ya que el Cecopi es el organismo encargado de coordinar las acciones de respuesta ante situaciones de emergencia.
El testimonio de Frías también destaca que, el día anterior, el 28 de octubre, no se reforzó el equipo de emergencias y no se emitieron avisos especiales. Esto sugiere que no se tomó en serio la amenaza que representaba la dana, a pesar de las advertencias sobre las condiciones meteorológicas adversas. La falta de preparación y la inacción en momentos críticos pueden ser factores determinantes en la magnitud de los desastres naturales.
Frías también mencionó que su misión durante la jornada del 29-O era enviar avisos a los ayuntamientos, incluidos los de aguas abajo, a través de un sistema conocido como CoordCom. Este sistema, que graba todos los pasos dados durante la emergencia, envía los avisos por correo electrónico o fax, y utiliza un código de colores para indicar si los mensajes han sido recibidos. Sin embargo, la efectividad de este sistema se ve comprometida si no hay una respuesta adecuada por parte de los destinatarios de los avisos.
### La Tragedia Humana y la Responsabilidad Institucional
El testimonio de Antonio Frías no solo pone de relieve la falta de coordinación y preparación, sino que también resalta la tragedia humana que se desencadenó como resultado de la dana. A pesar de que Frías recordó haber visto a la entonces consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, en el Centro de Coordinación de Emergencias, su declaración revela que no se tomaron las medidas necesarias para prevenir la pérdida de vidas. Desde el inicio de la jornada, un camionero había desaparecido en l’Alcúdia, y su cuerpo fue encontrado días después, lo que subraya la gravedad de la situación.
La falta de acción y la confusión en la gestión de emergencias pueden tener consecuencias devastadoras. La responsabilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos recae en las instituciones, y es fundamental que se establezcan protocolos claros y efectivos para la activación de alertas y la coordinación de respuestas ante desastres naturales. La declaración de Frías es un recordatorio de que la preparación y la comunicación son esenciales para mitigar el impacto de eventos climáticos extremos.
La situación actual en la Comunidad Valenciana exige una revisión exhaustiva de los procedimientos de emergencia y una evaluación de la efectividad de los sistemas de alerta. La tragedia de la dana no debe ser solo un recordatorio de lo que puede suceder, sino un llamado a la acción para mejorar la preparación y la respuesta ante desastres. La vida de los ciudadanos depende de la capacidad de las instituciones para actuar de manera rápida y efectiva en momentos de crisis. La falta de claridad en la cadena de mando y la inacción ante advertencias son lecciones que deben ser aprendidas para evitar que tragedias similares se repitan en el futuro.