El verano es una época esperada por muchos, un tiempo para relajarse y disfrutar de unas merecidas vacaciones. Sin embargo, no todos tienen la oportunidad de escapar de la rutina estival. En València, un número significativo de personas se enfrenta a la dura realidad de no poder permitirse viajar, ya sea por razones económicas o por la necesidad de trabajar. Este artículo explora las historias de varios valencianos que, en lugar de disfrutar de un viaje, optan por trabajar o participar en actividades de voluntariado durante el verano.
### La Realidad de las Vacaciones en València
Eva, madre de tres hijos, representa a una gran parte de la población valenciana que no puede permitirse salir de vacaciones. Según el Informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN), el 38,1% de los valencianos no puede disfrutar de una semana de vacaciones fuera de casa. Esta cifra ha aumentado en un 1,2% en comparación con el año anterior, acercándose a los niveles de la crisis de 2008. Eva y su familia se ven obligados a pasar el verano en casa, limitándose a actividades locales como ir a la piscina municipal o a la playa. La falta de recursos económicos les impide disfrutar de cenas o comidas fuera de casa, y su hijo mayor ha tenido que trabajar en la construcción para ayudar a la familia.
Por otro lado, Aitana Maltrana, una joven de 19 años, ha decidido empalmar su trabajo en una residencia de personas mayores con sus estudios. A pesar de que le gustaría irse de vacaciones, su contrato laboral hasta noviembre le impide disfrutar de un descanso. Aitana trabaja seis días a la semana y solo tiene un día libre, lo que dificulta la conciliación con su vida social y familiar. Sin embargo, su enfoque es claro: aprovechar al máximo su tiempo de trabajo para ahorrar y, eventualmente, poder viajar.
### Voluntariado y Experiencias Alternativas
Mientras algunos se ven atrapados en la rutina laboral, otros optan por experiencias de voluntariado como una forma de pasar el verano. Inmaculada Martínez es un ejemplo de ello. Este año, ha decidido dejar de lado los viajes de placer para cumplir un sueño: ayudar a niños en Benín. A través de la ONG Juntos por la Vida, Inmaculada viajará a uno de los países más pobres del mundo para cuidar de los hijos de mujeres que participan en programas educativos. Para ella, este viaje representa una oportunidad para hacer una diferencia en la vida de otros, en lugar de simplemente disfrutar de unas vacaciones.
Emilio, por su parte, trabaja como monitor en un campamento en Irlanda. Aunque podría considerarse un viaje de vacaciones, su motivación principal es el trabajo. Emilio, que también es opositor y economista, encuentra gratificante trabajar con niños y considera que esta experiencia le permite desconectar de su rutina diaria. A pesar de que su trabajo le proporciona un ingreso extra, también le ofrece la oportunidad de vivir una experiencia enriquecedora.
Viktoria Ghazaryan, una joven de 18 años, también ha optado por trabajar durante el verano en un restaurante en Cullera. Aunque ha tenido la oportunidad de asistir a festivales y eventos, su realidad es diferente. Trabaja todos los días y ha aprendido a valorar el sacrificio que implica tener un empleo. A pesar de la presión social que siente al ver a sus amigos de vacaciones, Viktoria se enfoca en sus metas a largo plazo y en la importancia de trabajar duro para alcanzarlas.
### La Dura Realidad de la Inestabilidad Laboral
Amparo Ródenas, cartera en Correos, es otro ejemplo de cómo la inestabilidad laboral afecta las vacaciones de los trabajadores. Desde 2018, no ha tenido vacaciones de verano, ya que su contrato es eventual y cubre bajas. La falta de días libres ha complicado su vida familiar, ya que su marido también trabaja en horarios irregulares. A pesar de la dificultad, Amparo ha encontrado formas de organizar su tiempo para poder estar con su hijo y sus padres mayores, aunque esto signifique sacrificar sus propias vacaciones.
La situación de estas personas refleja una realidad que muchos en València enfrentan cada verano. La falta de recursos económicos y la inestabilidad laboral han llevado a un aumento en el número de personas que no pueden permitirse unas vacaciones. Sin embargo, a pesar de las dificultades, hay quienes encuentran maneras de aprovechar su tiempo, ya sea a través del trabajo o del voluntariado, transformando lo que podría ser un verano perdido en una oportunidad para crecer y ayudar a los demás. En un mundo donde las vacaciones son vistas como un derecho, estas historias nos recuerdan que la realidad es mucho más compleja y que, para muchos, el verano es simplemente otra estación de trabajo.