La guerra en Gaza ha dejado una huella imborrable en quienes han sido testigos de su devastación. Raúl Incertis, un anestesista valenciano, ha regresado a su hogar en València tras cuatro meses en el Hospital Nasser de Jan Yunis, donde ha vivido y trabajado en medio de un conflicto que ha cobrado miles de vidas, especialmente entre los más vulnerables: los niños. En una reciente entrevista, Incertis comparte su experiencia desgarradora y la realidad que enfrenta el pueblo palestino.
### La Desgarradora Realidad de los Niños en Gaza
La situación en Gaza es desoladora. Incertis describe cómo, desde la apertura de la Fundación Humanitaria de Gaza en junio, ha comenzado a recibir un flujo constante de niños heridos, muchos de ellos con disparos en la cabeza y el pecho. «Es un 11M todos los días», afirma, refiriéndose a la tragedia de múltiples víctimas que se repite sin cesar. La falta de recursos médicos ha llevado a situaciones inimaginables; en quirófano, el equipo médico ha tenido que recurrir a ibuprofeno como anestesia, debido a la escasez de fentanilo.
La imagen de niños mutilados y desnutridos se ha convertido en una constante en su día a día. «Todos los pacientes, sin excepción, están desnutridos», dice Incertis, quien también ha perdido peso debido a la escasez de alimentos. La comida en el hospital ha pasado de ser arroz y lentejas a una dieta casi inexistente, lo que ha llevado a un deterioro físico alarmante entre los pacientes. La desesperación se siente en el aire, y la rabia y frustración son palpables entre el personal médico, que se ve obligado a lidiar con la impotencia de no poder salvar a todos los que llegan a sus puertas.
### La Dignidad en Medio del Horror
A pesar de la devastación, Incertis destaca la dignidad y humanidad del pueblo gazatí. A lo largo de su experiencia, ha sido testigo de la bondad de sus compañeros, quienes, a pesar de no tener nada, comparten lo poco que tienen. «Nunca escuché a ningún gazatí insultar a un israelí», dice, enfatizando la falta de odio y la búsqueda de humanidad en medio del horror. Esta dignidad se manifiesta en la forma en que los médicos tratan a sus pacientes, como si fueran parte de su propia familia, a pesar de la desesperanza que los rodea.
Sin embargo, la realidad es que muchos gazatíes han perdido la esperanza de un futuro mejor. Incertis menciona que, aunque desearían un alto el fuego para que la ayuda humanitaria pueda entrar, han dejado de esperar. La frustración se ha apoderado de ellos, y la sensación de abandono por parte del mundo árabe es palpable. «Los gazatíes sienten que el pueblo árabe les ha abandonado», dice, reflejando la profunda tristeza que acompaña a su lucha diaria.
La situación en Gaza es un recordatorio escalofriante de la fragilidad de la vida en tiempos de guerra. La falta de recursos, la violencia constante y la desesperanza han llevado a un estado de emergencia humanitaria que parece no tener fin. Incertis, al regresar a València, se siente con la responsabilidad de contar lo que ha visto, de ser la voz de aquellos que no pueden hablar. Su testimonio es un llamado a la acción, a no olvidar a los que sufren y a buscar soluciones que permitan a la población de Gaza recuperar su dignidad y esperanza.
La guerra en Gaza no es solo un conflicto político; es una crisis humanitaria que afecta a millones de personas. La historia de Raúl Incertis es solo una de muchas, pero su mensaje es claro: la humanidad debe prevalecer, y la dignidad de cada individuo debe ser reconocida y respetada. En un mundo donde la violencia y el sufrimiento parecen ser la norma, es fundamental recordar que detrás de cada estadística hay una vida, una historia, y un ser humano que merece ser escuchado.