La historia de la comunidad valenciana es rica y compleja, marcada por un legado cultural que se ha forjado a lo largo de ocho siglos. Sin embargo, en los últimos años, la identidad valenciana ha enfrentado nuevos desafíos, especialmente con la llegada de Carlos Mazón al Palau de la Generalitat. Su enfoque, más centrado en la gestión económica que en la identidad cultural, ha suscitado un intenso debate sobre el futuro del valencianismo y la autonomía de la comunidad.
La llegada de Mazón al poder ha sido interpretada por algunos como un retroceso en términos de autogobierno y reconocimiento cultural. A diferencia de sus predecesores, que promovieron un valencianismo inclusivo y un autogobierno robusto, la administración actual parece estar alineada con un enfoque más provincialista y menos comprometido con la diversidad cultural que caracteriza a la Comunidad Valenciana. Este cambio ha generado inquietud entre los sectores que consideran que la identidad valenciana no debe ser reducida a una mera cuestión de gestión administrativa.
El legado de figuras como Joan Lerma, Eduardo Zaplana y Francisco Camps ha sido fundamental en la construcción de una identidad valenciana que se siente orgullosa de su historia y cultura. Lerma, por ejemplo, fue clave en la promoción del valenciano en el espacio público y en la creación de instituciones que fortalecieron el autogobierno. Zaplana, por su parte, logró un equilibrio entre la identidad valenciana y la pertenencia a España, mientras que Camps se enfocó en la recuperación de símbolos históricos, como la figura de Jaume I, para fortalecer el sentido de pertenencia entre los valencianos.
Sin embargo, la administración de Mazón ha dado un giro hacia un enfoque más pragmático y menos simbólico. La lengua ha vuelto a ser un tema de conflicto, con la implementación de leyes que obligan a los padres a elegir el idioma de enseñanza de sus hijos, lo que ha reavivado tensiones lingüísticas que se creían superadas. Además, los recortes a la Acadèmia Valenciana de la Llengua y la eliminación de ayudas para la promoción del autogobierno han sido percibidos como un ataque directo a la identidad cultural valenciana.
### La Visión Provincialista y sus Implicaciones
Uno de los aspectos más controvertidos de la gestión de Mazón es su enfoque provincialista, que se manifiesta en su repetido mantra de «Castellón, Valencia y Alicante». Esta visión, que enfatiza las diferencias entre las provincias, ha sido criticada por quienes argumentan que puede desarticular el sentido de unidad que ha caracterizado al pueblo valenciano. La abogada y politóloga Susi Boix ha señalado que esta nomenclatura puede llevar a divisiones innecesarias y que es crucial fomentar una verdadera vertebración del territorio.
La dependencia de Mazón de Vox, un partido que ha mostrado una postura crítica hacia el estado de las autonomías, también ha influido en su enfoque. Historiadores y analistas políticos han advertido que esta alianza podría llevar a una involución en términos de derechos y reconocimiento cultural. Vicent Baydal, un cronista de Valencia, ha expresado su preocupación por el hecho de que Mazón esté comprando el relato de un partido que se opone a la diversidad autonómica, lo que podría tener consecuencias negativas para la identidad valenciana.
### La Sociedad Civil como Agente de Cambio
En medio de esta situación, la sociedad civil juega un papel crucial en la defensa y promoción de la identidad valenciana. La necesidad de poner en valor figuras históricas y culturales, como Jaume I, se vuelve más relevante que nunca. La conmemoración del 750 aniversario de su muerte en 2026 podría ser una oportunidad para reforzar la identidad colectiva y recordar la importancia de la historia compartida.
El jurista y exconseller Manuel Alcaraz ha señalado que el proyecto colectivo de la Comunidad Valenciana está en riesgo si no se aborda desde una perspectiva inclusiva y comunitaria. La visión de Mazón, que parece centrarse en una relación más pragmática con otras comunidades autónomas y con el gobierno central, podría limitar las posibilidades de un desarrollo cultural y social que refleje la diversidad de la región.
La clave para el futuro de la identidad valenciana radica en la capacidad de la sociedad civil para movilizarse y exigir un reconocimiento que vaya más allá de las divisiones provinciales. La historia y la cultura valenciana son un patrimonio compartido que debe ser defendido y promovido, no solo desde las instituciones, sino también desde la base social. La construcción de un proyecto colectivo que integre a todos los valencianos, independientemente de su procedencia, es esencial para garantizar un futuro en el que la identidad valenciana pueda florecer en toda su diversidad.